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Posted by - Latinos MediaSyndication -
on - June 14, 2023 -
Filed in - Noticias -
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Una aclaración previa: este no es un artículo sobre DocumentaMadrid, sino sobre la red de instituciones en la que parece estar integrado. Si nuestra argumentación se inicia con el festival madrileño es solo por la proximidad en el tiempo de su última edición, pero podría iniciarse con tantos otros certámenes, entidades, instituciones.
Dicho esto, si echamos un vistazo a la selección nacional de cortos Documenta 2019 y nos fijamos en la procedencia de los cortometrajes seleccionados y/o sus firmantes, nos encontramos con: universidades como las de Barcelona, Pompeu Fabra o UPV; escuelas como San Antonio de los Baños o ESCAC; trabajos relacionados o ya premiados en certámenes afines, como Sevilla, Alcine, Las Palmas o Filmadrid, o claramente afectos al perfil descrito (este año solo hemos echado de menos propuestas de colectivos, también muy habituales)… El lector puede comprobar que ni uno solo de los títulos presentados en la competición de Documenta se sale del mapa trazado.
Muchas cosas podrían argüirse para defender la política anterior. Primero, DocumentaMadrid tiene una línea determinada y la respeta (de hecho, claramente más interesante que el Documenta de la etapa anterior, en exceso complaciente con el gran público). De acuerdo, pero es que no es solo la línea de Documenta, y a partir de ahora hacemos extensible nuestro comentario al espectro nacional en su conjunto.
En mayor o menor medida es la línea de Documenta, Alcances, festivales que engloban otros géneros como Curtocircuito, Márgenes, Zinebi o L’Alternativa, todos los certámenes aludidos anteriormente, y organismos bien establecidos como, por ejemplo, Cineteca o el CCCB. Certámenes y entidades competentes, en los que trabajan programadores de solvencia indiscutible, pero que de un tiempo a esta parte parecen conformar una red unívoca y excesivamente cerrada en sí misma. Resultado, al menos en lo que se refiere al cortometraje: la sensación de que buena parte de los más prestigiosos festivales de documental español (o que incluyen a este en su programación) poseen una programación intercambiable, que difunde no el Documental de Creación, sino el Documental de Master Creativo.
No se trata, ni mucho menos, de que sea una mala línea: es más, no escasean los buenos resultados. El problema surge cuando esta línea se convierte, prácticamente, en la única línea. Y en efecto, una línea debe ser coherente con sus planteamientos. Pero también debe ser dinámica, con capacidad para evolucionar y reinventarse, de lo contrario la coherencia acaba transformándose en rigidez.
Así, no es de extrañar que, con el tiempo, el corto documental español esté derivando en una endogamia de nombres y, muy especialmente, de instituciones. Y desde luego no creemos que sea culpa de nadie, que forme parte de un plan preconcebido para quedarse con el mercado, sino que poco a poco se ha ido conformando, inevitablemente, un círculo cerrado, expuesto al exclusivismo y la autocomplacencia, en el que a veces asoma la extraña sensación de que las mismas entidades de siempre se premian y alaban las unas a las otras, o incluso a sí mismas.
Por supuesto que no es responsabilidad exclusiva de entidades españolas. La red nacional sigue los pasos de la política marcada por la red internacional, de la que sería insensato sustraerse en líneas generales, so pena de caer en el aislamiento industrial y cultural. Pero tampoco es conveniente seguir tales directrices a rajatabla, ya que eso podría desembocar en una pérdida palpable de independencia y personalidad propias y, a corto o medio plazo, del interés suscitado por el corto documental español en el panorama mundial.
Finalmente, también podría argumentarse que no es que la línea en cuestión sea rígida, sino que, simplemente, no aparecen propuestas interesantes que vayan en otra dirección. Y por lo que a nosotros respecta, es cierto. Con notables pero escasas excepciones, en toda la temporada no hemos encontrado ningún otro documental que hayamos echado de menos en las competiciones principales. Ahora bien, aunque sería totalmente injusto culpar a la red de entidades y festivales de esta situación, lo cierto es que la red tampoco está libre de responsabilidad. Porque si el mercado del corto documental fomenta una línea determinada, es lógico que el cortometrajista tienda a adaptarse a esa línea para entrar en el mercado. Y si además la red copa la mayoría del mercado, no es solo que fomente la línea, sino que en buena medida la impone.
Ante esta tesitura, y fuera del corto documental canónico, un tanto disperso, que básicamente aspira a acceder a festivales generalistas y a los Premios Goya, y de tres o cuatro francotiradores que se escapan de cualquier clasificación, resulta complicado que puedan surgir alternativas reales a la situación planteada. Tal vez haya que empezar a pensar en otras propuestas y fórmulas que puedan conducir a un corto documental (y no solo documental) más enriquecido, variado y abierto, para evitar que llegue un momento en que nos encontremos no en un callejón sin salida, pero sí en una plaza con una única salida.
La entrada Única línea, única salida se publicó primero en Cortosfera.